14 de mayo de 2010

Tiempo.



Se dejó llevar por los demás, y por su dolor, y en vez de tomar una decisión que la hiciese feliz, eligió la peor.
Eligió hacerse más daño, para luego tomar otra decisión, terminar con lo que había dejado a medias. Pero no lo terminó con un final feliz, si no con un final que terminó no siendo un final, si no un punto y aparte. Y después de ese punto y aparte volvió el dolor, pero no vino solo, vino acompañado del odio, de la malicia, del orgullo, de la falsedad y del rencor. Eran un grupo un tanto siniestro.
Ese grupo maleducado y gamberro intentó echar a su felicidad, a su esperanza y a el poco amor que la quedaba por ella y...por él.
En su interior se libraba todos los días una dura batalla, una batalla que la estaba agotando. Nadie la ayudaba, nadie podía ayudarla, esto era sólo cosa de ella. Pero ella se encontraba perdida, y por más que lo intentaba no veía la salida adecuada. Así que lo dejó todo en manos del tiempo, ese que dicen que suele solucionarlo todo.
Y todavía sigue esperando que el tiempo resuelva su vida como ella no supo hacerlo. Espera que el tiempo tome las decisiones que ella no supo tomar. Espera que el tiempo mire por su bien, como compensación, por la gente que no lo hizo. Y lo más importante, ella espera que el tiempo le haga a él quererla.



7 de mayo de 2010




Nunca pensé que lo haría, pero lo hizo.
Volvió, el 15 de Marzo de 2009 volvió a buscarme. Después de 6 meses intentando convencerse de que no era importante para él y de que todo lo que sentía no era más que una confusión por pasar tanto tiempo juntos, volvió, después de darse cuenta por supuesto, de que SÍ me necesitaba, y mucho.
Llegó con la excusa de que quería saber cómo me iba, pero los dos sabíamos que no venía para eso, si no para recuperarme.
Pobre desgraciado. El muy iluso pensaba que después de haberse portado como un cabrón abandonándome, volvería a caer a sus brazos. Yo no derramo lágrimas dos veces diferentes por la misma persona.
Eso no quiere decir que no le quisiera, por supuesto que le quise, mucho, quizá hasta demasiado, pero a lo largo de mi corta vida (tengo 23 años) he aprendido a establecer prioridades basándome en las prioridades de los demás. Yo no fui prioridad para él, así que cuando salió de mi vida, me establecí como lo primero y único, en mi, para mi. No me iba a permitir caer.
Por el contrario él si cayó, tanto que volvió con el rabo entra las piernas, perro. Bueno, no le culpo, ya lo había perdido todo, no tenía nada más que perder, algo de dignidad quizá, pero creo que eso no le importaba.
Y a mi no me importaba él, siguió intentando acercarse a mi, pero yo lo tenía claro, hay clavos en el camino que sin darte cuenta puedes pisar y duelen, pero no iba a ser tan tonta de pisarlo dos veces para traspasarme el pie. No era mi estilo, nunca me fue el masoquismo.
Después de arrastrarse durante dos meses, decidió volver a irse antes mi negativa a darle una oportunidad. No dudo que algún día vuelva otra vez, no es por ser egocentrista, pero soy difícil de olvidar, y si no, pregúntenselo a él.