- No lo haré nunca.- sonaba seguro aunque sus ojos esquivaban los de ella.
- Siempre me comprendes, promete que eso nunca cambiará, promete que siempre seremos almas gemelas, que estos momentos tan tiernos en los que con sólo escuchar el uno el corazón del otro somos felices no tendrán fin jamás.-era más un ruego que una simple petición.
- Sabes que será así, no hace falta que lo prometa.
- Promételo por favor...
- ¿Por qué?
- Quiero tener tu palabra.- estaba segura, con él siempre estaba segura.
- Me tienes a mi, eso es más que tener mi palabra.
- Los cuerpos se mueven, van y vienen..
- y las palabras se olvidan, se esfuman.
- Entonces si un día me dejas ¿qué nos quedará?- las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos, amenazaban con saltar.
- No te dejaré jamás, pero si un día pasa, siempre te quedará mi recuerdo.
- Los recuerdos también se esfuman.
- No, si sabes guardarlos bajo llave en tu corazón, si los guardas en cada poro de tu piel. El secreto está en saber guardarlos a salvo, que nadie pueda robártelos, que nadie pueda borrarlos, que ninguna otra piel modifique tu auténtico deseo. Y lo más importante, salvalos del tiempo, es el peor enemigo de los recuerdos.
- Y ¿cómo los salvo del tiempo?- sonaba calmada, sentirle cerca era lo único que podía tranquilizarla.
- Recuerda cada día, siente los recuerdos cada día. - su voz era cálida y tierna, y sus caricias suaves y lentas.
- ¿Y si quiero olvidar?.-entonces las caricias cesaron y su mano quedó rígida en en el brazo de Paola, ella se arrepintió de haber hecho la pregunta.
- ¿Quieres olvidarme?- sonó tajante y frío.
- No, no, ¡no quiero! pero si algún día me dejas por tu voluntad, en vez de porque nos separe la vida, si un día te confundes de piel y decides dejar la mía, querré olvidar. No querré recordar que un día tu corazón hizo latir el mío, tendré que buscar otro corazón que haga al mio latir.
- ¿Crees que eso pasará?
- No lo sé, espero que no, pero es la pesadilla que atormenta mis sueños, y quiero conocer la cura por si algún día los celos y la desesperación me enferman. Eres mi razón de vivir, y daría la vida por ti, pero si un día me traicionas, no creo que merezcas que mi corazón pare por ti.
Se hizo un silencio, Paola apartó la mirada y se levantó de la cama. No estaba segura de lo que había hecho o de cómo se sentiría él, así que huyó de la habitación en busca de un café.
- ¡Joder!.- estaba descalza y las baldosas de la cocina heladas, sus pies rechazaron el suelo inmediatamente.
Un cúmulo de sentimientos bloquearon su corazón, resbaló su espalda por la pared hasta estar sentada en el suelo del pasillo, era más cálido que las baldosas de la cocina. Escondió su cabeza entre las rodillas y las lágrimas que hace un rato sólo habían amenazado con saltar empezaron a caer deliberadamente.
Unos segundos después unos dedos empezaron a acariciar su cabeza, y a enredar su pelo, eran de él. Se agachó al lado de ella y la abrazó fuerte, como no la abrazaba desde el día que comenzaron a salir.
- No pasa nada, te entiendo, y si algún día eso ocurre, no te guardaré rencor si me olvidas. Pero quiero que sepas que pase lo que pase, eres tú a la única a la que quiero, la piel no cuenta, no es nada, todo lo que ocurriese sería cuestión física, pero tu superas eso. Tú eres yo, eres mi corazón, y si algún día hiciese algo de lo que seguramente me arrepentiría mi corazón también se pararía, porque mi piel habría traicionado a la parte más importante de mi, a mi corazón, A TI. Y eso jamás me lo perdonaría. Espero que nunca me condene a mi mismo a tal desgracia como la de tener que vivir sin ti, y espero que mi piel no me haga sufrir tal castigo.
- Te quiero.
- Y yo, pero algún día espero encontrar las palabras exactas para explicar este sentimiento que va más lejos del te quiero.