31 de enero de 2010

Promete no dejarme nunca.



- No me dejes...-su voz era casi inaudible.
- No lo haré nunca.- sonaba seguro aunque sus ojos esquivaban los de ella.
- Siempre me comprendes, promete que eso nunca cambiará, promete que siempre seremos almas gemelas, que estos momentos tan tiernos en los que con sólo escuchar el uno el corazón del otro somos felices no tendrán fin jamás.-era más un ruego que una simple petición.
- Sabes que será así, no hace falta que lo prometa.
- Promételo por favor...
- ¿Por qué?
- Quiero tener tu palabra.- estaba segura, con él siempre estaba segura.
- Me tienes a mi, eso es más que tener mi palabra.
- Los cuerpos se mueven, van y vienen..
- y las palabras se olvidan, se esfuman.
- Entonces si un día me dejas ¿qué nos quedará?- las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos, amenazaban con saltar.
- No te dejaré jamás, pero si un día pasa, siempre te quedará mi recuerdo.
- Los recuerdos también se esfuman.
- No, si sabes guardarlos bajo llave en tu corazón, si los guardas en cada poro de tu piel. El secreto está en saber guardarlos a salvo, que nadie pueda robártelos, que nadie pueda borrarlos, que ninguna otra piel modifique tu auténtico deseo. Y lo más importante, salvalos del tiempo, es el peor enemigo de los recuerdos.
- Y ¿cómo los salvo del tiempo?- sonaba calmada, sentirle cerca era lo único que podía tranquilizarla.
- Recuerda cada día, siente los recuerdos cada día. - su voz era cálida y tierna, y sus caricias suaves y lentas.
- ¿Y si quiero olvidar?.-entonces las caricias cesaron y su mano quedó rígida en en el brazo de Paola, ella se arrepintió de haber hecho la pregunta.
- ¿Quieres olvidarme?- sonó tajante y frío.
- No, no, ¡no quiero! pero si algún día me dejas por tu voluntad, en vez de porque nos separe la vida, si un día te confundes de piel y decides dejar la mía, querré olvidar. No querré recordar que un día tu corazón hizo latir el mío, tendré que buscar otro corazón que haga al mio latir.
- ¿Crees que eso pasará?
- No lo sé, espero que no, pero es la pesadilla que atormenta mis sueños, y quiero conocer la cura por si algún día los celos y la desesperación me enferman. Eres mi razón de vivir, y daría la vida por ti, pero si un día me traicionas, no creo que merezcas que mi corazón pare por ti.
Se hizo un silencio, Paola apartó la mirada y se levantó de la cama. No estaba segura de lo que había hecho o de cómo se sentiría él, así que huyó de la habitación en busca de un café.
- ¡Joder!.- estaba descalza y las baldosas de la cocina heladas, sus pies rechazaron el suelo inmediatamente.
Un cúmulo de sentimientos bloquearon su corazón, resbaló su espalda por la pared hasta estar sentada en el suelo del pasillo, era más cálido que las baldosas de la cocina. Escondió su cabeza entre las rodillas y las lágrimas que hace un rato sólo habían amenazado con saltar empezaron a caer deliberadamente.
Unos segundos después unos dedos empezaron a acariciar su cabeza, y a enredar su pelo, eran de él. Se agachó al lado de ella y la abrazó fuerte, como no la abrazaba desde el día que comenzaron a salir.
- No pasa nada, te entiendo, y si algún día eso ocurre, no te guardaré rencor si me olvidas. Pero quiero que sepas que pase lo que pase, eres tú a la única a la que quiero, la piel no cuenta, no es nada, todo lo que ocurriese sería cuestión física, pero tu superas eso. Tú eres yo, eres mi corazón, y si algún día hiciese algo de lo que seguramente me arrepentiría mi corazón también se pararía, porque mi piel habría traicionado a la parte más importante de mi, a mi corazón, A TI. Y eso jamás me lo perdonaría. Espero que nunca me condene a mi mismo a tal desgracia como la de tener que vivir sin ti, y espero que mi piel no me haga sufrir tal castigo.
- Te quiero.
- Y yo, pero algún día espero encontrar las palabras exactas para explicar este sentimiento que va más lejos del te quiero.


27 de enero de 2010



Nunca lo imaginó, ni se lo planteó, pero un día por sorpresa llegó y todo pasó tan deprisa que no tuvo tiempo de hacer las cosas bien. Dejó pasar la oportunidad por falta de coordinación; su corazón amaba, pero su razón odiaba.
Lo perdió todo por no saber ponerlas de acuerdo...



.We're self sufficient but blind.

24 de enero de 2010



Tenía que elegir entre tú y yo.

Obviamente después de todo lo que había pasado no te iba a elegir a ti.
Preferí, por una vez, quererme a mi.

5 de enero de 2010

Princesa.



Creció con los cuentos de hadas, pero a diferencia del resto de niñas, ella los vivía en su imaginación, ella creía. Día a día y a escondidas leía sus cuentos a pesar de su avanzada edad, ya no era una niña, se había convertido en una adolescente soñadora y sin vistas a la realidad.
Durante 17 años buscó al famoso príncipe azul, incluso de pequeña besó sapos esperando el milagro, pero nunca ninguno dejó su faceta de animal.
Siguió su búsqueda en los humanos, ninguno jamás se comportó como un príncipe, más como malvados bien daban la talla.
No se dió por vencida y cegada por su fe lo intentó con algunos más, pero ninguno consiguió hacerla feliz, por el contrario no recibió más que dolor. No era un dolor cualquiera, ese maldito dolor golpeaba fuerte los muros de su fe, acechaba inminentemente sus sueños.

¿Qué tipo de cuento podía tener una trama tan deprimente?

Este debía de tener un final muy fascinante, tanto como su dramática trama, y tan digno de ella como sería su príncipe.
Un día en su vida apareció un hombre cual apuesto caballero, cual buen amigo y guardián, que poco a poco su corazón ganó. Tras intensa amistad un día llegó ese esperado momento, el primer beso. No fue como esperaba, no fue como en los cuentos, pero igualmente fue sumamente especial para la joven soñadora, y la esperanza volvió a llamar a su corazón..y a su imaginación.
Noche tras noche la joven soñaba con un final perfecto, mejor que el de cualquier cuento. Pero la deprimente trama no había terminado y el apuesto príncipe no quería compromiso, era feliz disfrutando de doncella en doncella. Pero la princesa no estaba dispuesta a compartir al que se había convertido en su amor. Tras mucho tiempo, y después de haber perdido no sólo su dignidad sino también sus principios, e incluso su amor a sí misma, tras haberse dañado hasta niveles insospechados y haber sufrido lo que ni todas las princesas juntas hubieran sufrido, lo intentó por última vez y al príncipe se sinceró.
Sus palabras sinceras y cálidas no convencieron al príncipe quien quería mantener su libertad y calló sus lamentos con brusquedad.
Esa noche todo cambió para la princesa, nadie vió lo que ocurrió, sus sábanas las únicas testigo de su depresión guardaron una a una cada lágrima derramada por ese bribón. Maldito falso príncipe que su corazón robó y a cambió sólo dejó lágrimas y destrozos en su cuerpo e imaginación.
Fácil era la solución para terminar con esa tortura, pero no siempre lo fácil es lo que debe prevalecer. La princesa se dió una oportunidad, tal ser no merecía que ella terminase con su próximo amanecer.

Asique tomó una decesión: se encerró en su imaginación, y se prometió jamas volver al mundo real, apestaba tanto como los sapos que una vez besó.